lunes, 11 de noviembre de 2013

Un tiro en el discurso [Antonio Dominguez Rey; El Imparcial]

Comentario al artículo Un tiro en el alma, de Antonio Dominguez Rey


    Al empezar a leer el artículo sobre la doctrina Parot del señor Dominguez Rey no he podido evitar tener la sensación de encontrarme con un filósofo cartesiano decimonónico que parecía haber resucitado con el afán de reencauzar nuestra sociedad corrupta hasta la médula, que ha abandonado los valores como la Humanidad y la Justicia, que le ha vuelto la espalda a las Ideas de Platón y vive encerrada en su sucia materialidad. 
    
    Después he reparado en algunos detalles que me han aclarado el asunto y parece que en realidad no ha resucitado ningún pensador a traernos la solución a nuestros problemas desde el pasado, sino que más bien un bufón viejete se ha puesto su peluca empolvada y ha salido a gritar tonterías a la calle. O ni eso, se ha bebido un whisky y desde su cómodo sofá comprado con sus tres sueldos de profesor universitario ha emitido su juicio para que el vulgo beba extasiado de su infinito saber.
    
    Lo primero que chirría del artículo es su nivel demagógico, que atraviesa todos los párrafos hasta lo vomitivo. Empezando con una traslación al dolor de los familiares de las víctimas de ETA, trata de hacer sentir al lector la sed de venganza que estos tienen contra los verdugos de sus familiares, amparándose en lo que él llama Humanidad. Muy bien, don Antonio, ya que usted es lingüista y filósofo, díganos qué quiere decir con eso. Utiliza varias categorías que nos recuerdan a los universales de Platón en pleno siglo XXI para hablar de la excarcelación de unos presos cuyos hechos históricos ni menciona. Ni siquiera trata de explicar el núcleo de toda su argumentación, que es la apelación a eso que dice Humanidad. Está usted completamente posicionado del lado del Estado Español y eso parece otorgarle la posición de poder para considerar que es inHumano excarcelar a presos políticos condenados miles de años por un crimen y ni si quiera se plantea si es lícita una condena tan extensa. Eleva la categoría de perdón a un acto religioso: "El perdón es don del espíritu. Requiere piedad. Y se eleva a otras dimensiones que la ley laica, positiva, no contempla." De este modo, podemos inferir que el ideal de Justicia de este señor vendría dado por el hoy tan de moda victimismo, que consiste en dar poder político a aquellos que conmueven el corazón de los espectadores del gran circo mediático que es la política en España, y que normalmente solo buscan venganza. Se le ve el plumero, don Antonio, por mucho que trate de esconder el aguilucho entre farragosa prosa y grandes palabras vacías totalmente de significado, el olor a fachismo impregna todo su artículo. Habla de filosofía para ocultar su posicionamiento y tratar de parecer objetivo, pero más bien lo que hace es poner una filosofía barata al servicio de sus ideales personales.

    Insisto en que lo más grave de todo es la absoluta manipulación lingüística que realiza este señor -me cuesta escribir esta palabra-, que es doblemente grave tratándose de un hombre que ostenta los títulos y cargos de profesor universitario en materia de lenguaje. Otro ejemplo sería la identificación al principio entre pueblo y Estado y se queda tan ancho. Definiendo el Estado Español como todo el conjunto de los españoles es fácil seducir a sus víctimas y hacerles creer que todo lo que emana de nuestra justicia nos representa.

     Podemos deducir dos cosas, o bien que es usted un maquiavélico que tan solo busca utilizar su lugar de poder para manipular a la masa; o bien que el título le viene dado por ser hijo de o por introducir su lengua entre las nalgas de. Yo dejaré que mis lectores elijan.   

J. Ebeneezer Soto

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